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imaginar, soñar, crear

imaginar, soñar, crear

Imagino un paseo por la ladera del monte, cruzar en mi mirada ciervos, cabras monteses, quizá más abajo de los corzos, jabalís, quien sabe si lobos, armadillos, conejos y alguna liebre. Revoloteen repentinas perdices. Me contarán de zorros y linces, urogallos y tantos otros, algún martín pescador. Pero si al tráfico debemos la mayor extinción, habrá que  poner puentes para que crucen, y si a los ríos naturales, al cortarles el cauce en presas, les inventáramos ríos autopista, de truchas montantes, salmones y gulas, en su singular paraje recrear, como un parque acuático a lo vegetal... Para su contemplación y disfrute... Paraje natural. Recuerdo lanzar el anzuelo entre las rocas detrás de las cañas y sentir los toques. Zonas de exclusión de pesca... Y dar refugio a la fauna marina de nuestras costas, rodearlos de pasillos transparentes, para contemplar... Es cierto, mirar es de investigadores, mejor produzcan química para la construcción...

Cuando darle paso a la vida, recuperar y potenciar lo que era flora y la fauna españolas se convirtió en utopía empecé a odiar a los míos.

Alzar agua desalada para las cumbres de nuestros campos desertificados, canalizar su caída en tierra para su uso racional y recuperación paisajística. Usar cada fuente de la naturaleza para ganarle terreno al desierto que nos saluda desde el Sáhara Africano. Lanzar al mar las construcciones detenidas en las costas por mal uso y por abandono, allá dónde la falta de escondites para la fauna desertificaron el fondo marino. Excluir en zonas de recuperación de fondos toda actividad de furtiveo  y explotación industrial observándo y dando a observar. Crear vida como producción para que se investigue, recupere y extienda, hacerlo público permitiendo su contemplación controlada y guiada... Usar las huertas tradicionales para las hortalizas del lugar y temporada, recuperación de los mercados itinerantes de la producción propia... Controlar y seleccionar los productos de uso doméstico para asegurar la no difusión de productos nocivos para el medio ambiente, exigir la recuperación paisajística proporcinalmente a la destruida para cualquier tipo de actividad...

Y es que llegados a hoy, no basta con conservar, sino que se está haciendo vigente la necesidad de recuperar del medio, que es a fin de cuentas el que nos da de comer, pues el turista visita el medio y no la ruina.

Las ciudades se deterioran también, el smog no deja ver las torres de las catedrales, ni las de los castillos tan abundantes en esta península, también se deterioran los materiales con la corrosión de los gases... Quizá lo salváramos obligando a los visitantes de las ciudades históricas a que dejen sus vehículos productores de CO2 aparcados a las entradas de las ciudades, cambiárselos por vehículos eléctricos, solares, bicicletas o de tracción animal... Igual hasta ganábamos en oxígeno.

Todas estas cosas había una vez, cuando yo soñaba un sistema de producción al revés

 

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