EL SOL

Nace por las mañanas, con el halcón peregrino. Muere por la noche, con el canto de todo aquello que apenas se distinguía cuando lo iluminaba. Los aplausos plateados de los álamos, canturreos del viento por las rendijas opacas. Los susurros y las voces de los autillos.

Ilumina, frunce, quema o templa... Es la inspiración de los dioses o el inspirado en ellos. Se reproduce en los reflejos de los ríos, de las partículas ilusorias del desierto, en los espejos y en tus ojos... Incluso en aquellos que no ven. Despierta en silencio a las clorofílicas, las reinas de la sabana y los pétalos adormecidos. Mezcla los sonidos con los trinos, algodonea las nubes en su dorso y delata a los noctámbulos despistados.

El que siempre está ahí, aparece y desaparece, es y no es, pero es que está y no está, aunque consigue engañarnos. Astro del juego sí y no, tiene vida pues es vida él. Incluso cuando la chamusca, incluso cuando la castiga... Sol, bonito color...